Si bien todavía el romanticismo y la nostalgia yankees hacen que se sigan invadiendo países con la vieja escuela, como indican los manuales (cara a cara y con armas , como hacían nuestros abuelos), los modos de colonización han ido cambiando hasta estos tiempos. Hoy Alemania no necesita un Hitler para invadir y destruir Europa, sino que prefiere crear la Unión Europea y poner el Euro como moneda común. Y cito a los germanos para no caer en el lugar común de echar la culpa de todo a los EEUU, ya que el capital no tiene patria. Sin embargo, los EEUU son los grandes piratas post-guerras mundiales, sobre todo a través de la colonización cultural (prendan la tele y vean cuántos canales yankees tienen y cuántos argentinos o latinoamericanos o europeos). Pero qué tiene que ver esto con la caprichosa?!- gritarán ustedes desde sus notebooks.
El fúbol (por intermedio de la nefasta empresa multinacional FIFA) no sólo se ha convertido en un negocio, sino también en un caballo de Troya para que nos metan una infinidad de productos a consumir (muchos con unas zapatillas Nike en los pies, una Coca-Cola en una mano y un teléfono Sony en la otra, se indignan por la «propaganda política (que nada tiene que hacer ahí)» del Fútbol para Todos). Y el momento en que todo este entramado se potencia y se magnifica es, cada cuatro años, con el Mundial.
Este conflicto se visibilizó hace unos días en Brasil durante la Copa de las Confederaciones, durante la cual mucha gente se quejó de los gastos que generaba la organización del evento y de que se usaran recursos para eso y no para otras prioridades. Y fue justo en Brasil, un país del que la FIFA debe haber pensado «a estos negros les tirás una pelota y una birra y se ponen a bailar samba y no joden». Pero no, gracias al crecimiento económico y cultural que ha tenido Brasil últimamente, se permitieron criticar la impunidad de esta gente que viene, trae el circo, se lleva toda la torta sin ningún costo y se va a otro lado a seguir con el negocio.
Fíjense cómo piensa esta gente:
«Si esto vuelve a suceder, tendremos que preguntarnos si tomamos la decisión equivocada al otorgar la sede, el gobierno ya sabe que no debe haber disturbios en el Mundial del próximo año, deben trabajar para que esto no vuelva a suceder. Estamos convencidos de que el gobierno, y especialmente la presidenta, encontrarán las palabras y las acciones para evitar que se repitan. Tienen un año para hacerlo. Nosotros no tenemos que aprender lecciones de las protestas en Brasil, los políticos de Brasil tienen que hacerlo, la FIFA no puede ser responsabilizada por la desigualdad social del país.» (Joseph Blatter)
El Ministerio de Deportes de Brasil les respondió una obviedad pero que no parecen tener muy claro en la FIFA: «Brasil es un país democrático, que les asegura a sus ciudadanos plena libertad de expresión».
Veremos qué sucede el año próximo. Mientras tanto, vayamos preparándonos para la llegada de la avalancha de publicidades que exaltan nuestro nacionalismo (y que las hace la misma empresa acá, en Brasil y en todo el mundo), manteniendo el espíritu crítico. Bueno, salvo en el caso que seamos campeones del mundo, momento en que nos abrazaremos todos a una Coca-Cola y pensaremos que en realidad no es tan malo el capitalismo.