Se acuerdan cuando bautizamos desde aquí a la Selección de Handball como Los Pulpos? (acá está el post, por si no se acuerdan)
No era sólo por una cuestion de estética, buen gusto, pertinencia, perfecta alegoría, nombre catchy, potencialidad de ganar fortunas con el merchandising, continuidad con los apodos del reino animal y las selecciones nacionale y ofrecer un brillante futuro a las nuevas generaciones, orgullosas de ser un pulpo como Gomez o Manotas. Era por algo que decimos unos párrafos mas abajo.
Lamentablemente la “gente del handball” prefirió adoptar sobrenombres que implican guerra o batalla (Los Pucará – el peor- elegido por el DT) y el que fue más aregando por los enemigos del deporte, Los Gladiadores (rebajan al deportista a un lugar de bufon de un emperador o a asociarlo al célebre Spartacus, lugar de reunión de jueces y chongos).
Lo que ignoran esta “gente del handball” es que el nombre tiene algo importante. Lacan dice que somos hablados por el lenguaje. El nombre nos determina. No es lo mismo llamarse Gladiador que Pulpo. Y tristemente, el error comienza a cobrarse víctimas.
Qué le puede pasar a un gladiador? Se lesiona. Típico. Vieron alguna vez a un pulpo lesionarse? Bueno, ahí tienen. A llorar a Russell Crowe.
son unos pelotudos. las que la tienen clara son las leonas… imaginemos nomás cuántas medallas tendrían si se hubieran autoapodado “las víctimas de la violencia de género”
A los que le pusieron ese nombre facilista, les falta observación y análisis de las características de los jugadores y sus movimientos. SIGAMOS LLAMANDOLOS LOS PULPOS. Meus amigos näo ficar deprimidos.