¿Togo o tongo?

Un allegado, que quiso pseudonimarse Datrebil, me acercó la info de esta nueva página negra de la historia del fútbol mundial y le pedí que escribiera un informe en colaboración para BSM:

¿Quién no ha comprado una copia de El Señor de los Anillos –“en calidad devedé, amigo”- en la esquina de Corrientes y Florida y, al colocarla en el reproductor de casa, se ha encontrado con la fatídica leyenda NO DISC? ¿Quién no ha experimentado durante tres o cuatro meses con el Reduce Fat Fast de TV Compras, sin lograr reducir siquiera media pulgada de cintura? ¿Quién no ha concurrido a un piringundín céntrico, atraído por una seductora publicidad callejera, y al llegar se ha encontrado con un grupo de especímenes que recordaban más al pack de forwards de los All Blacks que al team de modelitos que anunciaba el volante recogido de keruza en un teléfono público? Esta clase de prácticas, que el saber popular vernáculo ha bautizado como “vender gato por liebre”, no es un patrimonio exclusivamente argentino. Y en otras latitudes ha adquirido un cariz insospechado.

El martes pasado, en el Estadio Nacional de Riffa, la selección de fútbol de Bahrein goleó 3 a 0 a “su par” de Togo, en un partido preparatorio para su intervención en la supercompetitiva Copa del Golfo, que disputará a fines de noviembre en Yemén con potencias de la talla de Omán, Kuwait y Qatar. Sorprendidos por la flojísima performance de los Gavilanes  (recordemos: la selección de Emmanuel Adebayor, participante del Mundial de Alemania 2006 y baleada un par de días antes del inicio de la última Copa Africana de Naciones en Angola), un grupo de sabuesos de la cadena televisiva Al Arabiyya indagó y descubrió que la supuesta selección africana era un rejunte de muchachos, contratados y ataviados para la ocasión por un pícaro empresario togolés. «Era un agente FIFA y los gastos del partido fueron todos de él», intentó explicar el jeque Alí Al Khalifa, presidente de la federación bahreiní. Del otro lado, también procuraron esquivar el fardo: “No hemos sido informados de tal amistoso. Llevaremos a cabo todas las investigaciones para descubrir a los implicados en este caso”, dijo Christopher Chao, ministro de Deportes de Togo.

Parece que los petrodirigentes bahreiníes, poco acostumbrados a la taimada gimnasia de los agentes FIFA -una avanzada especie que se ha reproducido en los últimos años, sobre todo a partir de los flexibles requisitos que se solicitan para acreditar como tal (en Internet se ofrecen cursos a distancia para rendir los exámenes que cada federación administra)-, no repararon en el hecho de que la verdadera selección togolesa había jugado tres días antes en Botswana un partido por la clasificación para la Copa Africana, que, luego de ello, los jugadores se habían reincorporado a sus clubes y que, en esos días, ningún contingente togolés arribó al país. Ni siquiera a sabiendas del prontuario de los ex colonos franceses en el arte de formar equipos fantasma: en 2008, el entonces DT del combinado nacional Bana Tchanilé aprovechó un bache en el calendario internacional, cargó en un avión a puñado de valientes de su centro particular de entrenamiento y se mandó a El Cairo, donde los presentó pomposamente como selección de Togo. La jodita le salió bastante cara, no tanto por las dos palizas que encajaron sus discípulos (7-0 con Egipto y 5-0 con Marruecos), sino por los dos años de inhabilitación que le impuso la Federación local.

Y pensar que acá hubo malintencionados que despotricaron contra el valor de los amistosos en los que la selección de cabotaje de Maradona midió fuerzas con Haití, Jamaica o Panamá….