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Pequeños Gigantes: «Contra viento y marea»

Hoy es 12 de febrero, fecha en la que, hace ya 103 años, ocurrió un suceso muy particular en un partido de fútbol en un lugar muy distante del mundo. En nuestro libro «Pequeños Gigantes» le dedicamos un capítulo a dicho suceso. Hoy les regalamos ese capítulo, aquí mismo a continuación:

CONTRA VIENTO Y MAREA

De todos los clásicos del orbe, hay uno que tiene una particularidad irrepetible: Galatasaray vs. Fenerbahçe —el duelo turco por antonomasia— enfrenta a dos equipos de una misma ciudad (Estambul), pero situados cada uno en un continente distinto. Es por ello que con toda justicia podemos referirnos a un duelo intercontinental que data de 1909, cuando se enfrentaron por primera vez en un amistoso, mucho antes que las copas intercontinentales (e incluso las continentales) se pusieran de moda.

De pequeños estos clubes tienen poco, por lo que quizás se pregunte a qué viene este capítulo en este libro. Sucede que hubo un día, hace ya cien años, en que el Galatasaray fue literalmente un “equipo chico”, y ya se sabe lo que son capaces de lograr los pequeños cuando en el fondo son gigantes.

De todos modos, los más tarde grandes de Turquía apenas daban sus primeros pasos allá por 1910. Nuestro pequeño gigante, Galatasaray, fue fundado en 1905 y es el primer club de fútbol realmente turco, ya que los que competían contra él al principio eran clubes ingleses y griegos de Estambul, que era Constantinopla todavía (pero ya no más Bizancio).

Cruzar de un continente a otro puede ser una odisea. De hecho, la Odisea narra justamente la vuelta de Ulises desde Troya, situada en Asia, a la isla de Itaca en Europa (por ello quizás sería más acertado decir que el viaje de ida de Europa hacia Asia —perdone la redundancia sonora— es más bien una ilíada). Sin embargo, viviendo en el Estambul posmoderno es muy fácil cambiar de continente sin los problemas del jet lag, la moneda, aduana, migraciones, etc. Claro, es muy fácil hacerlo ahora, de 1973 para acá, con el puente del Bósforo en funcionamiento. Anteriormente, sólo era posible cruzar de lado a lado en ferry. Hoy día la gente sigue masivamente utilizando el ferry para pasar de lado a lado, salvo… que haya una tormenta fuerte que dificulte la navegación.

Eso mismo, una fuerte tormenta que dificultó la navegación, fue lo que ocurrió el 12 de febrero de 1911 en el estrecho del Bósforo. El Galatasaray tenía una cita en el estadio del Fenerbahçe para jugar su tercer clásico de la historia, luego de un primer amistoso con victoria en 1909 y de otro triunfo más para el Galata, ya por los puntos, al año siguiente. Los canarios asiáticos por su parte querían a toda costa que la tercera fuera la vencida.

Sin embargo, las inclemencias del clima permitieron que solamente seis jugadores del Galatasaray desembarcaran del lado de Asia para llegar hasta la cancha del Fenerbahçe a la hora señalada. Intentando burlarse del rival para amedrentarlo hasta hacerlo desistir, Fenerbahçe alegó que si no se empezaba el partido, éste se le tenía que dar lógicamente por ganado. Once contra seis, tenía que ser afano.

Esos seis del Galatasaray, sin celulares para saber por dónde andaba el resto del equipo, pero sin miedo de reducirse para ir a por sus primeras horas de gloria, apenas se miraron entre ellos para saber lo que iban a decidir:

“¡Jugamos, canejo!” dijo Ali Sami Yen, quien por ese entonces cumplía en el Galatasaray las funciones de fundador, socio número uno del club, presidente, arquero y capitán. Se entiende que él fuera capaz entonces de tomar esa decisión, pese a que el director técnico del equipo, llamado Emin Bülent Serdaroğlu, que a la vez jugaba de mediocampista (se ponía siempre), estuviera varado en algún barco en la orilla europea.

ilustración de Pequeños Gigantes, by Razz

ilustración de Pequeños Gigantes, by Razz

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Ilustración en un DVD de la historia del Galatasaray, que descubrimos después y que está hecha antes pero parece que fuera de la serie de Razz también

Uno de los seis jugadores, Ahmet Robenson, le recuerda a Ali Sami Yen: “Mirá que es como si fuéramos cinco, yo soy el arquero suplente tuyo”. El indoblegable le contesta: “No importa, hoy vas a jugar con alma y vida. Tratá, eso sí, de no agarrarla con las manos y, sobre todo, escuchá cuando yo grito que es mía en algún centro”.

El Fenerbahçe se frotaba las manos y se aprontaba a golear lo más abultadamente posible para que los resultadistas luego mirasen solamente el marcador sin tener idea del rival mermado al que habían enfrentado.

Arranca el partido. Obviamente no era “una tarde de sol” como el marco de los relatos futboleros presupone, sino una de viento y lluvia. Galatasaray se ordena desde abajo con un esquema de 4-1-0 por delante de su arquero. Sí, lo más de punta que tenía en cancha era un único mediocampista. Comienzan los chistes en la tribuna, preguntando cómo se dice “ole” en turco y protocreando un canto que decía algo así como “bürümbümbüm, bürümbümbano, es un afano, córtenle una mano”.

Sin embargo, una hora gloriosa para los leones del Estambul europeo estaba destinada a ser escrita ese día. A los nueve minutos de juego, tras una dinámica jugada, ocurre lo impensado: gol del Galatasaray, por medio de su lateral izquierdo, el kurdo Celal Ibrahim. En el Fenerbahçe se miraban con cara de “bueno, dejémonos de juguetear, arranquemos en serio que si no pasan estas cosas”. A Celal ya lo conocían: había marcado el primer gol de la historia del clásico en aquel amistoso de 1909.

Un poco después, alguien grita mientras se acerca corriendo al borde de la cancha, todo mojado, despeinado y acelerado. Es Emin Bülent Serdaroğlu, el jugador y técnico que acaba de conseguir bajar de un bote desafiando a la imposibilidad de navegar en el picadísimo Mar de Mármara a esa hora. Se había venido poniendo la camiseta mientras corría, así que sin dilación se manda a sí mismo a la cancha, entra y se acomoda. “¿Cómo vamos?” pregunta. “Ganamos uno a cero”, le contesta un compañero.

Si con seis iban ganando, con siete jugadores ya fue baile. Así fue aumentando el marcador, con un gol más del milagroso Celal a los 31 minutos, y dos más todavía a poco de arrancar el segundo tiempo, a los 49 y a los 55 ¡4 a 0! ¡Cuatro goles de Celal! A falta de hats, se instaura en ese momento el turbant trick para los jugadores que meten cuatro goles en un partido turco.

Emin Bülent se pregunta entonces como jugador: “¿Y yo para qué vine?”. Como técnico se pregunta: “¿Y vos para qué viniste?”. Ambas interpelaciones despiertan la sed de triunfo y Emin se anota en la goleada: marca a los 62 y a los 73. El Fenerbahçe sufre y el tiempo se acaba. A tres minutos del cierre del partido, el otro jugador de ataque que quedaba, Idris, cierra el marcador histórico.

7 a 0. La mayor diferencia de gol en el clásico entre estos dos equipos, aún a fecha de hoy. 7 a 0 arrancando con seis jugadores. Hoy en día se siguen vendiendo remeras en Estambul con las formaciones y el resultado de ese día. Cada año, el 12 de febrero es fiesta del lado europeo de la ciudad.

La nobleza obliga a añadir que el partido fue muy duro, y que no por nada el Fener terminó con nueve jugadores (y no es que los hayan expulsado, sino más bien lesionado). Pero eso ocurrió hacia el final del partido. No intenten quitar gloria de donde está grabada con indeleble buril.

La nota triste de este encuentro la aporta la historia del siglo XX, que no difiere mucho de la del siglo XXI. Ocho meses después del 7 a 0, Idris muere en la Guerra Italo-Turca, también conocida como Guerra de Libia, exactamente cien años antes de que Libia vuelva a estar bajo fuego cruzado. Encima, seis años después, el tetragoleador Celal muere en la defensa de Bagdad, intentando proteger a la capital iraquí de la invasión de los británicos. La historia vuelve a repetirse/ mi muñequita dulce y rubia/ el mismo amor, la misma lluvia. Una lluvia de la gran siete… a cero.

Un comentario el “Pequeños Gigantes: «Contra viento y marea»

  1. José Luis
    12 de febrero de 2014

    GLORIOSO GALATA!!!!!!!!!!

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Esta entrada fue publicada el 12 de febrero de 2014 por en Abrazo De Gaulle [Futbol Europeo], Futbol turco, Pequeños gigantes.

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