Hay que poner más glóbulos rojos…

En el «todo es posible» mundo del deporte, escribir un libro no es algo que se reserve a unos pocos privilegiados. Pasman, Niembro, Agassi, Coppola y tantos otros nos enseñan que con dos boludeces y un poco de mala leche se puede obtener el mote de escritor (faltándole el respeto a grandes como Luis Majul o Jacobo Winograd). Jean Pierre Paclet, médico de la selección francesa campeona del mundo en 1998, presenta el libro L´Implosion, un libro con el que tratará de manotear unos euros mientras le tira más tierra a la ya enterrada selección francesa de futbol. Dentro de las aparentes (y que finalmente no son tales) bombas que intentará arrojar, se incluyen los sospechosos análisis de sangre que traían los jugadores, sobre todo los de la siempre legal Vecchia Signora. Aparentemente sus hematócritos (cualquier persona que se hizo alguna vez un hemograma sabe que miden el porcentaje de glóbulos rojos en sangre) tendrían valores tan altos que podrían ser detenidos en un aeropuerto por tráfico ilegal de oxígeno.

Bienvenido Paclet al literario mundo de los tira-bombas intrascendentes!

Aclaramos que la eritropoyetina -que no sale en los controles antidóping- es una hormona que estimula la proliferación de glóbulos rojos, que son quienes transportan el oxígeno. Lo que quiero decir es que si Bolivia iba a jugar contra la Juventus de Zidane, los bolivianos se iban a quejar de la «altura» de Turín.

Como diría Pagani, dópings eran los de antes, por ejemplo las anfetaminas del «Toto» Lorenzo.