Algunas recomendaciones para el tratamiento del consumo de fútbol argentino

El fútbol argentino se parece a esta foto

Empezó otro torneo de fútbol argentino y ya con poquitos minutos jugados, podemos prever más o menos que tendremos más de lo mismo de los últimos tiempos. El hecho de poder ver todos los partidos le corrió el velo mediático al fútbol y ya no importa que nos cuenten lo que nos cuenten porque lo que vemos es lo que vemos: partidos aburridos, pocos goles, muchas discusiones y los árbitros como protagonistas de la escena.

Las explicaciones de este decadente fenómeno son múltiples, con diferentes argumentos y ya aburren un poco. Lo loco es que es un negocio en el que se llenan de plata «empresarios» (sean representantes, intermediarios, inversionistas), empresas (sean medios de comunicación o empresas de cualquier otra cosa que usan al fútbol como nicho de consumidores) y un poco periodistas, barras, jugadores y técnicos, mientras que el grueso de los «consumidores» (para hablar en lenguaje capitalista) recibimos un «producto» que es una porquería.

El hecho de que podamos matar una mosca con un manotazo no quiere decir que no tengamos un comportamiento similar a ellas de ir permanentemente hacia la mierda. Yo igual creo que algo debe tener la mierda que atrae tantas moscas, qué sé yo, nutrientes o una textura agradable. Pero lo importante es que ellas responden a un orden superior, en este caso genético, de ir hacia allí y nosotros también como zombies miramos un Arsenal 0 – Rafaela 0 un viernes a la noche y discutimos si esos 10 centímetros fueron invasión de área en el penal o no.

En fin, el circo está armado así desde los medios que son los que te dicen lo que tenés que decir, los que hablan por vos. Los que te meten en el cerebro frases tan idiotas como «el hincha quiere ganar», «pierna elevada con riesgo para el físico del adversario», «si querés ver espectáculo, andá al cine», «el árbitro no tuvo errores, tuvo horrores», «el predio que la AFA posee en Ezeiza» o «Clemente, acá, a la izquierda, Clemente solo!».

Pero vamos a lo importante: qué se puede hacer para cambiar esto?

Una opción (para la cual mi vida todavía no está preparada) es dejar de mirar fútbol, olvidarse de que alguna vez existió ese deporte y tratar de llenarlo, no sé, con exposiciones de arte o yendo al supermercado.

Si todavía no se puede hacer tamaño sacrificio, tal vez mirar sólo los partidos (a modo de una deshabituación del consumo de drogas), evitando los programas que hablan sobre fútbol y discuten sobre la nada misma como si estuvieran decidiendo una invasión a Irak, es una buena opción.

Mirar los partidos sin volumen (siguiendo con la política de reducción del daño) o, mejor aún, escuchando canciones de Axel, puede hacer que consigamos un efecto pavloviano de que el fútbol se torne todavía más espantoso de los que es y tengamos la compulsión de apagar la televisión.

Tal vez sean muy drásticas las medidas precedentes y prefieras un tratamiento más gradual y progresivo, entonces, por favor, por lo menos no repitas las estupideces que dice un Leto, un Fava, un Araujo o un Niembro. No te quedes 10 minutos viendo las repeticiones a ver si el línea cobró bien o mal un orsai de 5 centímetros porque cobre lo que cobre no está ni bien ni mal, simplemente no es algo que un humano (y ni siquiera una de las máquinas onda telebeam) pueda discernir.

Creo que estoy pidiendo cosas que ni siquiera estoy pudiendo hacer yo. Bueno podríamos empezar al menos por reconocer 2 cosas: 1- que todos somos parte y contribuímos con el sistema así como está; 2- tomando como ejemplo el Ñuls de Martino (que salió jugando por abajo todas las pelotas y salió campeón) y el Huracán de Cappa (que jugaba lindo y bien y con jugadores que después no se destacaron mayormente en otros clubes), si no se juega mejor no es porque no se pueda sino, principalmente, porque no se quiere.