Los jugadores tienen códigos. Esto lo dice el Coco Basile, pero también lo dice una disciplina que entre otras cosas estudia justamente a cocos y bacilos: la Biología Celular. Sí, nos referimos al Código por excelencia. No, no es el de barras ni el de Hammurabi, sino el Código Genético, y parece que en el plantel de los genes hubo algún buchón, porque el código hace unos cuántos años que ya se filtró a la prensa, y si todavía no se modificó la raza humana por medio de la genética, seguramente es porque los científicos se han venido distrayendo bastante cada semana gracias al mundo del fútbol.
Pero sí. Ya es posible. Y si no lo es ya, lo será dentro de poco. Podremos comprar Messis de probeta. Contrariamente al argumento más clásico en contra de la clonación, esto no sería “jugar a ser Dios”, sino algo bastante mejor, como jugar a ser Guardiola (sin dudas es mejor tener de enemigo al infeliz de Mourinho que al mismísimo Diablo; es mejor ser un fachero de cuarenta que un viejo de cinco mil setecientos años; es mejor ser amado por todos salvo por los madrileños, que ser blanco de burlas, traiciones y ataques por el mundo entero)
Dadas las circunstancias, dejando de lado los aspectos poco importantes como el psicológico, el moral, el ético, y el humano entre otros, nada obsta a que se pueda poner en práctica -luego de cierto tiempo de preparación- el experimento que muchos estamos esperando: un partido jugado por once Messis contra once Heinzes.
Con lo que se paga por una rescisión de contrato para conseguir arteramente a un D.T. vendehumo de la “B”, alcanza y sobra para buscar veintidós mujeres que, cansadas de cobrar austeros subsidios por tener hijos bajo un estado benefactor, hagan el sacrificio de tener su próximo embarazo por inseminación artificial en vez de por “el método divertido” y nos entreguen nueve meses después a los clones necesarios para que las utopías futboleras se vuelvan realidad.
Luego, solamente habrá que dejar pasar veinte años, criando a los Messis y a los Heinzes en ambientes similares a los de sus moldes (ya que una cosa es el bagaje genético, y otra el conjunto de rasgos adquiridos), para finalmente poder saber cuál es el verdadero final de “El ataque de los clones”, esta vez ya no los de Lucas, sino de varios palos verdes.
¿Y si juegan once Messis contra once Messis? El Messi arquero enfrentando al Messi que patea el penal ¿se lo ataja o es vencido? La verdad es que puede llegar a convertirse un gol, aún cuando Messi sepa hacia qué lado va a patear la pelota Messi, dado que si Messi arquero en ese momento siente claramente que el tiro “es a la izquierda”, el hecho de estar enfrente al Messi pateador lo hará tirarse hacia el lado equivocado, ya que la izquierda del Messi que patea es la derecha del Messi que ataja. Y entonces, si entra la pelota o si no lo hace ¿Messi fracasa o triunfa? Claramente, Messi fracasa, como fracasa constantemente desde que es el máximo goleador del Barcelona, puesto que cada vez que hace un nuevo gol logrando un nuevo record, a la vez está dejándose a sí mismo sin el record anterior. Pobre muchacho, eternamente alejado de la senda del éxito.
La clonación permitirá entonces que los millonarios se deleiten desafiándose entre sí con sus once ideales de todos los tiempos. En estos partidos incluso podrían encontrarse algunos jugadores repetidos, clonados en ambos equipos. Por otro lado, Pelé, Maradona, Messi y Di Stefano abandonarían la parte bizantina de la discusión sobre cuál de todos fue mejor, pudiendo dirimirlo adentro de la cancha. La manipulación genética también abriría las puertas a leves retoques en el ADN de los clones para contribuir al espectáculo: un Houseman que desprecie al alcohol, un Fabbri y un Ruggeri rápidos, un Bochini lindo….
Pero también, la ingeniería genética permitirá la formación de quimeras futbolísticas: combinaciones de jugadores de distintas generaciones incluso, que jamás podrían haberse dado en el mundo real. Por poner un ejemplo, imagínense –aunque cueste hacerlo- la posibilidad de que naciese un nene proviniente del material genético de Maradona y del Kun Agüero.
Por ahora, para evitarse las coimas a los comités de bioética, el experimento que podría ser llevado perfectamente a la práctica sería un partido que enfrentase a selecciones de mellizos: un De Boer, un Barros Schelotto, un Funes Mori, un Altintop, un Dely Valdez para cada lado, y así hasta llegar a once gemelos enfrentados en un superpartido. Para mejor, el partido podría disputarse con veintidós camisetas idénticas, propiciando toda clase de confusiones entre los jugadores, los cuales solamente estarían seguros de que un jugador de los veintiuno restantes es del bando contrario: su gemelo. De todos modos, ni los relatores ni los árbitros podrían entonces precisar qué es lo que está pasando a cada momento, incluso los goles de un gemelo podrían ser luego cuestionados como traiciones ejecutadas por el hermano contra su propia valla bajo un manto de impunidad acerca de su reconocimiento. Estas acciones serían promovidas sobre todo por magnates mafiosos con un hermano gemelo, para echarle la culpa al otro ante la eventualidad de que se destapase la sospecha.
MUY bueno! El partido entre mellizos, hay que hacerlo, por favor. Alguien con guita, y sale como trompada
Buenísimo!
Pibe, sos un crack.
¿Once Messis contra once Messis? La ciencia en los últimos años viene avanzando a pasos agigantados, cada día hay nuevos progresos; pero todo ello debe tener un límite, y con esto me refiero a la “ética”(es decir aquellos principios o pautas que deben regir la conducta humana, que nos llevan a diferenciar lo bueno de lo malo). Todo buen profesional, se encuentra en la obligación de realizar sus actividades siguiendo un criterio ético; la finalidad de su actuar debe buscar el bienestar de la sociedad, y esta clase de experimentos en nada contribuye al progreso de la humanidad. Hablar de clonación es ir en contra de derechos fundamentales como el derecho a la identidad y la dignidad de la persona. Pensar que para complacer las fantasías de unos cuantos (los malos profesionales) se tengan que sacrificar tantas vidas, ya que para realizar el proceso de clonación, se requerirá de ello. Como bien dicen es “jugar a ser Dios”.