Nombres

Voy a contar aquí la historia de mi primo Javier.

Javier es mi primo, hijo de mi tío Ricardo, sí, aquel escritor de telenovelas fanático de River. Javier, mi primo, en realidad se llama Victor Javier, pero todos lo conocemos como Javier. Ricardo, mi tío, se llama Ricardo Hugo y todos lo conocemos como Ricardo.

El 12 de octubre de 1983, mi primo Javier (Víctor Javier) no había nacido, pero su mamá Daniela (no sé el segundo nombre) estaba embarazada. El 12 de octubre de 1983, jugaba River con Rosario Central, en Arroyito. Mi tío Ricardo era fanático de River, dije. Aparentemente, bastante fanático de River, no así de un jugador en particular, que esa tarde rosarina no habría tenido una buena tarde. Un jugador que se llamaba Oscar Trossero, a quien toda su carrera futbolística se lo había conocido como Victor Trossero, a raíz de esa rara costumbre argentina que ocurre de tanto en tanto de llamar a las personas por su segundo nombre (como mi primo Victor Javier, a quien conocemos como Javier).

Tan mala había sido la tarde de Oscar Victor Trossero aquel 12 de octubre que mi tío se la pasó pidiéndole que se muriera. «Morite, Trossero, hijo de puta» . Lo más probable es que no lo llamara ni por el primer ni por el segundo nombre, generalmente en cancha uno suele putear por apellido. «Morite, Trossero, hijo de puta». Esa no habría sido una buena tarde para Trossero, dije, ya que además de comerse muchos goles, le hizo caso a mi tío y se murió.

Victor Trossero se murió después de un aneurisma, una vez hubo terminado el partido, en los vestuarios de la cancha del Club Atlético Rosario Central (al que todos conocemos como Rosario, a secas).

Cuando nació Javier, mi primo (Víctor Javier), mi tío Ricardo creyó que una forma de lavar su culpa era poniéndole el segundo nombre de Victor como primer nombre a su primogénito.

Todo esto que cuento es por culpa de Jara. Que no es Victor como aquel gran cantante ni como mi primo, que se llama Franco, y a quien yo hoy en cancha le pedí que se muriera, también, reiteradas veces. Llamándolo por el apellido, por supuesto. Por suerte Jara no se murió y yo espero no tener más hijos, porque no me gustaría tener que ponerle Franco por este hijo de puta.