La tarde de hoy sirvió de marco para la definición del torneo más apasionante: el Manomanista 2012. Sí, la modalidad de pelota a mano individual de pelota vasca tuvo hoy su cita definitiva de la temporada. Llegaban con chances bastante parejas en la previa Aimar Olaizola (Olaizola II) y Martínez de Irujo.
Brevemente, Aimar Olaizola puede considerarse uno de los grandes de nuestros tiempos (yo diría sin dudas el mejor de su mini-generación) en este deporte, combinando habilidad, regularidad y experiencia. Olaizola II (hermano de Asier Olaizola alias “Olaizola I”) llegaba con un dedo infiltrado, volviendo a confirmar su gran momento luego de una importante lesión.
Por el otro lado, Mtz.de Irujo, “el delantero de Ibero” (Ibéro, acentúese en la “e” el nombre de su pueblo) fue en su momento el joven prodigio de la pelota vasca. Apareció de manera explosiva y empezó a ganar todo lo que jugaba. Parecía que pintaba para Nadal y ya se decía que era capaz de superar a Julián Retegi, alias Retegi II, que no debe ser confundido con “Retegi Bi” que es su hijo (y hasta donde sabemos, lo de «bi» no es por lo que los malpensados piensan). Retegi consiguió durante los 80s y los 90s unos records insuperables por el ser humano no biónico: 11 años campeón manomanista sobre 13 finales alcanzadas. Por cierto, a lo “Copa Libertadores de Independiente” como le encanta marcar a hinchas de Racing o de Boca, en esos tiempos el campeón sólo jugaba la final, y el verdadero y arduo campeonato consistía en que todos los demás se eliminasen entre sí hasta obtener un retador para Retegi, que con ese único partido por año, agigantaba la leyenda.
BSM junto a Julian Retegi, el pelotari más grande de todos los tiempos. Su final con Titín III cuando Titín aparecía y él cuarentoneaba, es uno de los partidos más emocionantes del deporte universal
Pero Irujo luego de los dos primeros años en Primera, para bien del resto de los pelotaris, demostró ser humano y empezó a perder alguna vez. Así, hoy a los 30 años si bien sigue siendo una bestia y el más campeón de la actualidad, no se acerca a las 11 txapelas (la txapela es la boina vasca, que se entrega al campeón) sino que llegaba a la final con 4 en su poder. Olaizola llegaba con 2 (aunque la impresionante marca de 5 txapelas en la modalidad “4 y medio”).
Olaizola II tiene calidad, entrega, mesura, constancia y experiencia. Irujo tiene furia, remates bestiales, dejadas (el equivalente a un “drop” en un frontón) increíbles y tiros desde ángulos extraterrenos. Así llegaron al partido de hoy, en una final repetidísima más. Cada uno por una de las dos empresas que duopolizan la Pelota (Aspe y Asegarce). Cada uno con un estilo y una hinchada. Irujo fue el responsable de que cambiase el modo de jugar manista en los últimos años: inventó la costumbre de devolver todo sin esperar al bote (al pique) (sin acento, no “Piqué”) incluso en los saques, y los demás jugadores tuvieron que empezar a responder de la misma manera para no quedarse siempre atrás.
El partido iba a resultar mucho más corto de lo esperado. Si alguien nos decía esa frase (“El partido iba a resultar mucho más corto de lo esperado”) hubiésemos creído que este visionario habría visto en la bola de cristal algo que vimos ya muchas veces: un Irujo incontrolable sacando ventaja con unos tantos de saque imparables y unas devoluciones de aire mortíferas para llegar volando al tanto 22. Pero no.
El partido tuvo 3 fases, y casi careció de cambios de saque. Arrancó sacando Aimar, que sacó varios tantos de ventaja. En el 5 a 1 se iba a frenar, para dar lugar al momento de Irujo: una remontada que parecía no tener fin, con los golpes de efecto de una pelota mágica que murió apenas rebotó en el frontis, y un remate bestial que dejó sin chance a Olaizola. Irujo empezó a festejar a su modo clásico: gritando como un loco y haciendo ademanes, a lo futbolista que mete el gol del ascenso. Pero no con un grito a lo “El hincha” de Discépolo sino más bien con un grito cargado de odio y mirada de querer destruir al rival y al mundo. El Irujo malo.
Irujo remonta de a poco y los cronistas twitteros a la derecha resaltan cuáles son los mejores puntos
Irujo empataba, pasaba al frente, y se ponía 7 a 5. Aimar Olaizola sin embargo estaba tranquilo, al acecho. Así llegó su 6 a 7 y su recupero del saque. Olaizola fue a buscar su material, y a partir de allí Irujo le perdió la pista al partido. El “material” son las dos pelotas que elije cada pelotari durante la semana previa al partido. Cada pelota es confeccionada a mano, artesanalmente, y por lo tanto tienen sutiles diferencias de peso, rebote, efectos, velocidad, etc. Luego de la elección del material en la semana, las pelotas se guardan en una caja bajo siete sellos y llaves, y en cada cambio de saque el pelotari tiene derecho a tomar una de las suyas. Esto permite tener una pelota que se adapte al juego de uno. La pelota que eligió Aimar picaba poco y era pesada, pero salía muy rápida.
Enseguida, Irujo perdió la cabeza. Dos tantos buenos de Aimar lo sacaron del partido. En ese momento entendimos que la psiquis del gladiador que tanto le gusta mostrar al de Ibero, se iba a convertir en su principal rival. El botillero le pedía calma (el botillero viene a ser como su D.T., que está al lado de la cancha y lo aconseja en los 5 tiempos muertos de 1 minuto que cada uno puede pedir) (el botillero de Olaizola es su hermano Asier). Olaizola saca, Irujo cree que la pelota se va larga y la deja pasar, pero la pelota entra justita antes de la línea de falta, e Irujo regala un puntazo a 10 centímetros de sus pies.
Irujo pone cara de «qué caliente que estoy con esta pelota que se me fue y que quiero romper todo el universo, todo, pero todo», mientras BSM a la derecha cubre por twitter las alternativas del partido destacando el esfuerzo con el que Aimar vuelve a tomar control del match
Hay descontrol, Irujo corre hasta las sillas puestas al costado de la kantxa para que descanse y emulando a Nalbandián destroza una.
el pie de un Irujo desaforado destroza una silla de Coca Cola, en un claro mensaje antiimperialista que decidió mandar el de Ibero en medio del partido. Por suerte, no hubo jueces heridos.
El baile ya es notorio, pero Olaizola evita entrar en gastadas, en sobrar el juego, o en interactuar con el rival. Irujo no consigue nunca más un punto, y Aimar cierra con el palizón de 22 a 7 el campeonato, y se coloca la txapela que el año pasado se había llevado muy justamente Yves “Xala” Xalaberry, uno de los pocos buenos jugadores de Iparralde (siendo Iparralde el lado de Euskal Herría que queda del lado dominado por el estado francés). Aimar Olaizola, Olaizola II para los amigos (bah, en realidad los amigos no le deben decir «Hola, Olaizola II ¿vamos a tomar unas cervezas?»), consigue su tercer título manomanista, y lo tiene muy merecido. Les dejamos las últimas postales de esta coronación.
Olaizola II ya tiene puesta la txapela sponsoreada. Las gorras de Griguol hicieron escuela en Euskadi. Los baserritarras se agarran las cabezas por un momento, y vuelven a sus cabras.
Asier, el hermano y botillero de Aimar, salta a la cancha con el bebé txapeldún que representa la continuidad familiar de una casa donde los niños nunca dejarán de joder con la pelota
Bola Sin Manija y el exitismo: Jorgemhz posa junto al pintón multicampeón Aimar Olaizola en los fondos del frontón Labrit.
Tremenda crónica, felicitaciones
Muy buena crónica Jorge!