En Berlín, esa ciudad donde se tomaron muy en serio el T.E.G., donde un muro de piezas gigantes de dominó se derrumbó con un empujoncito desde Rusia, y donde en el scrabble o en el rapigrama se pueden armar palabras millonarias como «Rindfleischetikettierungsüberwachungsaufgabenübertragungsgesetz» o bien «Donaudampfschiffahrtselektrizitätenhauptbetriebswerkbauunterbeamten«, nos adentramos en el bar de juegos de mesa más importante de la ciudad y del país, y quizás debamos decir del orbe (pensar que «orbe» significa «universo», idea que comprende la totalidad de lo existente, incluso por ende las palabras Rindfleischetikettierungsüberwachungsaufgabenübertragungsgesetz y Donaudampfschiffahrtselektrizitätenhauptbetriebswerkbauunterbeamten, siendo «orbe» una palabra tan cortita…).
En fin, que dicho bar se llama Spielwiese, y a diferencia del vernáculo Acabar, este lugar es tremendamente más pequeño pero contiene una cantidad abismal de juegos. Pasemos a la nota en video donde conoceremos al dueño, veremos gente jugando, y compraremos un par de dados redondos.
(agradecemos a Chuck Smith por habernos llevado allí y haber oficiado de traductor simultáneo esperanto-alemán, y al dueño por su hospitalidad)