Bola Sin Manija

Fundamentalistas de la verdad alternativa

De la trampa a la imbecilidad

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Recuerdo aquel partido de ida por el repechaje para ir al Mundial USA ´94 que Argentina fue a jugar a Australia: fue 1 a 1, un buen resultado de cara a la revancha en Buenos Aires. Al final del partido un periodista le pregunta a Abel Balbo (autor del gol) si tenía alguna lesión porque en los minutos finales había tenido que entrar el médico a atenderlo dentro del campo de juego. El delantero santafesino sonríe y le dice algo así como «no, había que enfriar un poco el partido, nada más».

Si bien yo ya tenía 15 años, no terminaba de entender bien a lo que se refería o, desde mi inocencia, no quería creerlo. Se están por cumplir 20 años (!) de aquel día en que perdí mi virginidad (?) futbolística y hoy ese hecho extraño y sorpresivo se repite 200 veces por partido. Cada mínimo roce genera un grito y una mímica del jugador como si le hubieran clavado un tramontina en un pulmón. Cada lateral se discute con gestos histéricos como si le acabaran de avisar que se le prendió fuego la casa con toda su familia adentro.

Es cierto que hay árbitros desagradables como Laverni pero la mayoría son buenos y demasiado tolerantes con todas las pelotudeces de los futbolistas y con la costumbre de protestar cuando hacen una cagada para no hacerse cargo y trasladarle la culpa al tipo que no tiene hinchada. Eso es de cagón, no de guapo. Todo esto fogoneado por los mediocres periodistas de espectáculos que se dedican al periodismo deportivo. Y avalado por los técnicos, que en general también prefieren evitar asumir que su equipo juega como el orto y prefieren sospechar de la honestidad o de la capacidad del juez. Y esto va desde el impresentable de Caruso Lombardi hasta el lírico de Cappa.

En verdad siempre hubo trampa y juego sucio en el futbol, por lo menos en el argentino (a diferencia de los correctos y doblemoralistas ingleses). Ahora semejante grado de imbecilidad y mediocridad ya se torna insoportable para mirar. Pedir amarilla es muy de alcahuete, por más que tengás razón.

Es llamativo como la famosa viveza justifica valores como ser un llorón, un cagón y un alcahuete. Total si ganás medio a cero con un penal que simulaste, sos un genio. Encima pediste tarjeta y le sacaron roja. Clinc, caja. Tres puntitos para casa. Ahora si sos tan vivo para creerte piola por eso, cuando te sale mal y te sacan la segunda amarilla a vos por simular y los tres puntitos se los llevan los otros, cerrá el pico y bancatelá, no salgas a denunciar un complot internacional para perjudicarlos. Lo que te perjudica es dedicarte a esas boludeces que te salen bien una vez en vez de aprender a patear con las dos piernas.

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Esta entrada fue publicada el 7 de octubre de 2013 por en Apartheid otra cosa [polémicas], Fidel Castrilli (Arbitros), Futbol para Toscos [Futbol Argentino].

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