Una buena parte del discurso futbolero popular argentino se puede reducir a la dicotomía “ser pechofrío/tener huevos”. Se puede reducir tanto que en muchos casos una misma persona puede decir de su equipo que son unos pechos fríos amargos después de una derrota, para luego decir la semana siguiente “me sorprendieron, mostraron mucho huevo” tras una deslucida victoria (basado en hechos reales). Lo cierto es que se trata de una dicotomía bastante boluda, generalmente basada en estereotipos y de un diariodellunesismo absoluto. Y ojo, no es que los jugadores pechofríos no existan, claro está, la cuestión es que se trata de una categorización más basada en prejuicios y gestos vendehumo que en verdaderas muestras de carácter. Por eso le traemos a ud., querido lector, unos útiles consejos para que sepa como comportarse y evite ser tildado de pechofrío.
Para jugadores:
– Jugar mal: Un jugador técnico, virtuoso con el balón, casi siempre será mirado con recelo por el obsesivo de los huevos. Si quiere demostrar que tiene una hombría innegable y que no arruga, deberá revolear la pelota a la platea una vez cada tanto, errarse goles con el arco vacío y nunca pasársela redonda a un compañero.
– Jugar al filo del reglamento: Ningún jugador con huevo va a ser tan fifí de respetar la decisión del árbitro o la integridad del oponente. Por ejemplo, en esos saltos que buscan la pelota en el aire luego del saque de arco, es recomendable meter un buen y disimulado (o bueno, más o menos disimulado, una roja cada tanto no lo perjudica en su objetivo) codazo, así sea en un partido a beneficio y el delantero atacante sea Juan Carr o un nene de diez años con cáncer.
– Tener un vendaje en la cabeza: No importa si recibió un codazo o simplemente le explotó un granito en la frente. Un vendaje aparatoso, manchado y que deba ser reacomodado permanentemente lo catapultará a usted como un verdadero jugador que deja todo en la cancha.
– Seguir jugando después de una lesión. Si es una lesión menor puede continuar sin problemas, aunque bien vale hacer un poco de acting para que la gente sepa cuál es su estirpe. Si, por el contrario, la lesión es seria, también le aconsejamos continuar. Es verdad, seguramente su lesión se agravará y su presencia no ayudará en nada al equipo, pero cuando finalmente salga (es importante salir en algún momento, de lo contrario su heroísmo puede pasar desapercibido) la gente se romperá las manos aplaudiendo a ese, por ejemplo, lateral derecho que dejó libre la banda por la cual llegaron los goles del rival, pero que siguió jugando desgarrado, fracturado o lo que sea porque, y para esto es importante la colaboración de los periodistas y sus frases hechas, se trata de un jugador que «para que salga de la cancha hay que matarlo”. Una vez que escuche eso, puede respirar tranquilo. Ya vendrá la recuperación.
– Desperdiciar penales. No importa que sea un burro, que nunca haya pateado un penal en su puta vida o que ya haya errado dos en el mismo partido. Usted patee. Sí, su equipo quedará eliminado por su vanidosa obstinación, ¿pero qué importa? lo importante es que será recordado como un tipo con huevos. Burro y estúpido, pero con huevos. “Los penales los erran los que los patean” se dice. Así que a arremangarse y patear bien fuerte. ¿O acaso piensa colocarla? Mmm…
Diana Ross mostró su personalidad pateando mal un penal, y encima en un mundial.
– No ser brasileño: Nacer en Brasil complica mucho la valoración huevística positiva para la cultura futbolística argentina. Por default, el brasileño se considera pecho frío, no importa lo que haga. En la última final de la Copa Libertadores, el Atlético Mineiro logró varias cosas que normalmente se atribuirían a un equipo con huevos (ganar por penales, levantar 0-2 sobre la hora), pero el hecho de ser un equipo brasileño y que encima supo brindar un fútbol espectacular en algún punto del torneo lo catalogan, aún a pesar del éxito, como un equipo medio pecho frío que ganó injustamente.
– Ser uruguayo o paraguayo. Es el caso opuesto al brasileño. Puede perder 4 a 3 un partido que ganaba 3 a 0 faltando 5 minutos, pero aún así diremos que el espíritu charrúa o guaraní de lucha y no dar nunca una por perdida se hizo presente y merece nuestro aplauso.
Consejos para equipos
– Ganar de pedo o por penales. Los equipos pechofríos ganan por goleada, claro. Qué fácil meter el cuarto cuando vas ganando 3 a 0, ¿pero por qué no lo hacés cuando van 0 a 0? El equipo con huevos gana 1 a 0 sobre la hora después de recibir tres tiros en los palos y con un gol de rebote o en contra. La verdad es que no parece haber mucha relación entre que la pelota pegue en el palo y no vaya adentro y tener coraje, pero por alguna razón nuestra cultura futbolística parece atribuirle a esa fortuna una cualidad psicológico-mística.
– Levantar un 0-2 . Puede haber jugado muy muy mal y empatar el partido por un par de accidentes o porque efectivamente el equipo comenzó a jugar mejor. Pero no, en estos casos lo futbolístico siempre queda de lado, así que no importa cómo lo logre. Si levantó un 0 – 2 es porque “puso lo que había que poner”. Por esa razón recomendamos siempre permitir un par de goles al comienzo de todo partido.
– Empatar con un hombre menos: Si bien claramente se trata de una desventaja, lo cierto es que nuestra cultura futbolística suele magnificarla. No importa si se trata del Barcelona contra la reserva de Deportivo Táchira y le expulsaron a Jeffren veinte segundos antes. Si empató con uno menos siempre podrá festejarlo poniendo las manos como si sostuviera una gran sandía y la agitara insistentemente, y al finalizar el partido podrá decirle al Tití Fernández de turno la clásica frase del vendehuevo: “Demostramos que este es un equipo de hombres”.
Por supuesto que hay más, pero por ahora les recomendamos que comiencen poniendo en práctica estos humildes consejos. Después cuenten cómo les fue!
ajajajajajjajajajajajaajjaa no puedo parar de reirme y aplaudir
Sugerencia para los laterales: armar tumulto verbal con los del banco del equipo local una vez cada 28 fechas (si es muy frecuente, lo tildarán de quilombero). En un saque de banda, bastará que alguno de los suplentes contrarios se acomode la cabellera para que Ud. lo increpe. Si alguno de sus rivales le responde, hay pico de rating. Lo importante es no irse a las manos porque la diferencia numérica puede ser fatal. Y tampoco irse al mazo tan de repente. El exacto punto medio es la clave del éxito: «se quisieron hacer los vivos con el 4 y casi cobra hasta el pasapelotas».
Excelente post… me vi reflejado en muchas!!!