La B Metropolitana es sin lugar a dudas la categoría más hermosa de todas las categorías. Por varias razones, debería escribir otras páginas sobre esto, pero fundamentalmente por el halo de grandeza perdida que la envuelve. También porque, en algún sentido, es la única división que se mantiene pura, resguardada, atemporal a todos los cambios que en la última década transformaron al fútbol argentino.
La definición de la temporada 2012/2013, que en estos momentos transita sus instantes culmines y más dramáticos, tuvo absolutamente todos los ingredientes que se le puede pedir al fútbol bien entendido: equipos falopa, gestas épicas y pingüineadas antológicas. Todo acobijado por el manto mágico de una práctica deportiva técnicamente despojada y tácticamente pobre.
En este contexto, Almagro accedió al reducido luego de una primera mitad de torneo oscurísima y una segunda mitad brillante que lo coronó, hacia la última fecha, como el mejor equipo AFA del primer semestre del 2013 de todas las categorías, sacando 40 puntos en 19 fechas.
Arqueológicamente, este presente de Almagro tiene su origen en una racha de 6 empates seguidos que sólo interrumpimos para perder contra Atlanta y contra Platense. Así arrancamos el campeonato. De hecho, me acuerdo de una seguidilla de cuatro o cinco partidos en el Tres de Febrero que me volví a casa pensando si alguna vez volvería a gritar un gol del tricolor. Cuatro o cinco partidos de local son como dos meses en tiempo, así que toda esa parte fue un poco angustiante y confusa. Una percusión sorda de murga sobre la que se montaban los cantos de la popular ya resignada.
Tuvimos dos técnicos durante los primeros 6 meses del campeonato. Diego Trípodi se fue porque no consiguió resultados y Javier Alonso porque, supuestamente, los dirigentes lo presionaban para meter jugadores que él no quería. En el medio nos comimos 3 en casa con la Sociedad de Fomento y el partido se suspendió por incidentes. Cuando volvimos al barrio nos enteramos que, sin público, se había reanudado y nos había hecho el cuarto. Los hechos motivaron que se apliquen sanciones muy caras al club y un derecho de admisión selectivo sobre los referentes que todavía se mantiene hasta hoy.
Faltando 20 fechas, Almagro estaba decimosexto y con 23 puntos de mierda. Si el fantasma de la B es feo, el de la C es destructivo.
Pero los campeonatos largos tienen algo hermoso y es que te dan revancha. A Alonso lo sucedió Carlos Mayor, un tipo al que nadie conocía y que, en los hechos, nos sonaba a que nadie digno quería agarrar al equipo. Me gustaría destacar este comentario de una página de Almagro que firma un tal Danielito: “Vos no sabés nada de fútbol, por lo menos Alonso salió campeón con Atlanta. Este Mayor dirigió 2 partidos en primera, lo trajeron para poder armarle el equipo desde la dirigencia.” En ese momento yo pensaba lo mismo.
Almagro es un equipo del que no se habla mucho en los medios y que la gente no tiene muy presente al este de la General Paz. Espiritualmente, es un club con una identidad tensionada entre el corazón de la Capital Federal y los barrios del oeste del conurbano. No existe ese pasado mesiánico que alimenta las narraciones conspirativas de gloria perdida, como en Platense, ni tenemos hinchas mediáticos que rompen las bolas en la tele, como Atlanta. Más bien somos un humilde club que disputa, en el plano astral, el corredor que se forma entre la avenida San Martín y el tren San Martín, una zona de la Capital Federal y el conurbano solo comparable en cantidad de clubes con el pasillo que en el sur forma la avenida Hipólito Yrigoyen.
Como contrapartida, tenemos el estadio más lindo de la categoría y una historia reciente de ascensos gloriosos a primera, 2000/2001 y 2004/2005, que nos dotaron de una galería de grandes ídolos vivos (algo que no muchos clubes tienen). Fuimos el primer equipo en lograr el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino por la modalidad de la promoción y el primer equipo en ganarle a Boca luego de la Intercontinental del 2000. También somos amigos del CADU y de Gremio.
Carlos Mayor llegó con el objetivo de hacer colchón de puntos y tratar de zafarla. El plantel era un mix de viejas glorias, históricos del club y de la categoría, como el Chipi Vera, Luquitas Sparapani y Maxi Castano, y algunos jugadores que nunca habían terminado de encajar, como Hernán Lilo, Schunke (el hermano del gran Schunke), Iglesias y Quiroz. Se jugaba mal, se defendía con muchos y prestando exclusiva atención a los espacios, casi no se atacaba. Nada de esto era llamativo, porque así es como juegan todos los equipos de la B Metro.
Pero la historia empezó a cambiar un uno a uno con Brown de Adrogué, hoy finalista del reducido para el ascenso a la B Nacional, cuando Mayor paró tres en el fondo, un doble cinco, Iglesias y Vega de laterales que bajaban en situación de defensa y subían en el ataque, Sparapani de enganche y dos puntas.
El equipo empezó a tocar. Un partido dio tres pases seguidos y en la tribuna nos miramos. Otro partido dio cuatro. No volvimos a perder, excepto con Atlanta, que nos superó de culo y porque no existe equipo invencible en la tierra. Le ganamos 2 a 1 al que hoy es campeón, Villa San Carlos, en Berisso. Le hicimos 3 a Platense, 3 a Los Andes, 3 a Chaca, 3 a Acassusso, 4 a Morón. El equipo tocaba y llegaba. A veces con concepto, otras veces solo porque lo indicaba el sutil orden kármico. Fuimos a Caseros y le ganamos allá al pincha que en ese momento estaba re prendido en el top 5 y que después se iba a terminar quedando afuera del podio porque está en su historia pechear al final y nunca subir.
Arriba se afianzó Pedrozo, haciendo dupla de ataque con el Chipi o con Castano, depende quién esté mejor. Un partido también apareció Nahuel Basualdo, un pibito del club, para reemplazar a Quiroz en el medio, no me acuerdo si lesionado o afuera por acumulación de amarillas, y cerró una actuación descollante con un golazo de afuera del área después de gambetear dos rivales como los que no existen en la categoría.
De a poco, con el correr de los partidos, Almagro se convirtió en un equipo atípico en la B Metro: uno que juega por abajo y no la revolea, que trata de ser tácticamente sólido, y que tiene cierta mística, chiquita, pero poderosa.
Mañana a las 14 jugamos contra Atlanta por el derecho a jugar la final del reducido después de un 1 a 1 en casa que se llevaron de regalo con un penal en los 15 minutos que el tricolor bajó un poco la concentración y aguantando con uno menos, con rusticidad y oficio, el asedio del final. Merecemos pasar, pero no si no pasamos, igual vamos a recibir al equipo de Mayor en Tres de Febrero con toda la fiesta y agradeciéndole haber peleado contra todas las corporaciones del fútbol concentrado con una estrategia de juego que no se fundó en el talento sino en el trabajo.
Mañana después de las 16 te quiero ver. Ojo, por ahí yo ya no te quiera ver a esa hora.
El estadio de Almagro parece de basquet.
Estadio 3 de febrero el mejor de la B?!!? El de Platense es muchisimo mas lindo y en el Gallardon entra el doble de gente…
Mañana se te termina el sueño… sos una mentira como fueron tus ascensos para dar lastima en primera.
Ademas, perdes el historial con tu clasico… feo eso, no?
El historial con vos, pinguino antártico, lo perdemos por 3 partidos, no seas caradura. Que feo tener que reivindicar al Gallardón porque no tenés cancha, decile a Curto que te auspicie el frío, pecho, hace 13 años que estás en la B Metro y no te vas más por cagón y por puto
Y con Atlanta no me enojo. Pensá que a mis 29 años no los vi nunca en primera. Debe ser feo eso y están en su derecho a ser frustrados.
Excelente nota. Abrazo tricolor!!!
Cuando quieras manda algo y lo subimos a la web ADMV
Staff de Almagro de mi Vida
Chapeau por la nota, muy descriptiva y precisa, te felicito.
Almagro a la final!!!! Pensar que Atlanta perdio la punta empatando con las inferiores de San Telmo!
Muy bueno che!